CUENTO: LA MATA DE ALBAHACA
Era una mujer que tenía tres hijas. Y
tenían en el jardín una mata de albahaca y cada día una de las hermanas salía a
regarla.
Un día salió a regar la mata de albahaca la hija mayor, y cuando
estaba regándola, pasó por allí el hijo del rey y le dijo: - señorita que riega
la albahaca ¿cuántas hojas tiene la mata? La muchacha no supo qué responder, y
el príncipe regresó a su palacio. Al día siguiente fue la hermana mediana la
que regaba la mata y volvió a pasar por allí el príncipe y le preguntó lo mismo
que a su hermana mayor. Obteniendo el silencio por respuesta se marchó
nuevamente el muchacho a su palacio.
Al tercer día mientras regaba la hija
menor la mata de albahaca, apareció el príncipe, al que ella tampoco conocía y
le preguntó lo mismo: Señorita que riega la albahaca ¿cuántas hojas tiene la
mata?, a lo que la muchachita le contestó ¿acaso sabe usted las estrellas que
en el cielo moran? Y el príncipe como no supo que contestarla se marchó
cabizbajo y pensativo. Cuando el príncipe hubo llegado a su castillo comenzó a
pensar y se disfrazó de encajero y decidió ir a la casa de las tres hermanas
para ofrecerles encajes, cuando llegó ninguna hermana quería nada, hasta que la
hermana más pequeña se decidió por un encaje, y le preguntó al encajero ¿cuánto
cuesta el encaje? a lo que contestó el príncipe disfrazado que un beso. la
muchacha pensó que era un encaje precioso y que un beso bien lo valía, y se lo
dió. Y se despidieron.
A la semana siguiente decidió volver a la casa de las
tres hermanas y les volvió a preguntar lo mismo obteniendo la misma respuesta
por las dos hermanas mayores; el silencio, y la misma contestación por la
pequeña, a lo que en este momento él le contestó a la pregunta ¿cuántas
estrellas tiene el cielo? Y a usted ¿Le gustó el beso del encajero?, quédola
sin palabras, mas pensativa, y se metió en casa avergonzada.
Pero a los pocos
días cayó el príncipe con gran dolor de barriga y no había forma de que hiciera
de vientre, los médicos ya no sabían que hacer, y corrió la noticia por todo el
reino. Llegando a oídos de la muchachilla que se disfrazó de médico y se
dirigió a palacio. Una vez allí dijo a todos que tenía la solución (algo que
había visto hacer a las mamas con los niños pequeños) para que el príncipe haga
de vientre lo que tienen que hacer es meterle por el culete un ramillete de
perejil. Así lo hicieron y realmente el príncipe mejoró. Cuando ya estaba
bueno, salió el hijo del rey otra vez a paseo y pasó por la casa de las tres
hermanas otra vez. Y salió como de costumbre la hermana mayor y la mediana otro
día, sin saber que responder, hasta que al tercer día salió la hermana pequeña
y tuvieron esta conversación: señorita que riega la mata de albahaca ¿Cuántas
hojas tiene la mata? señorito aventurero ¿Cuántas estrellas ve usted en el
cielo? y el beso del encajero ¿fue malo o fue bueno? y el perejil del culete
¿estaba blando o duro? al acabar de decirse estas verdades, se echaron a reír
ambos al mismo tiempo, y se dieron cuenta que eran el uno para el otro y se
dieron un fuerte beso, y si no los ha separado el viento seguro que aún siguen
juntos por siempre jamás.
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